domingo, 30 de octubre de 2011

César

El cielo calla.

Hoy muestra un sol más brillante; más nítido.

Y aunque en esta ciudad nocturna,
ahogada en luces y sumida en humo
 no me deje contemplar las estrellas en el firmamento,
Sé que están ahí.
Aunque no las vea, sé que brillan para ti.

Aunque no sepas que existo
Desearía que supieras que yo sueño para ti.
A pesar de que nos separa un mar de indiferencia
que no me he decidido a navegar
quiero que sepas que todos mis suspiros
que todos mis besos y abrazos guardados
que todos mis atardeceres 
son todos tuyos.

El cielo calla.

Es el mismo cielo que nos contempla
a ti en tu universo, a mi en una lejana galaxia
pero calla; sólo observa todo lo que no me he atrevido a hacer
escucha el silencio de las confesiones que nunca te haré
siente mi tristeza. Porque tu ausencia me consume lentamente.

Y el cielo sólo calla. 

Buen viaje

Me asecha el fantasma del pasado
susurra a mis espaldas
que será mi único compañero
en medio de la soledad.

Y aquí, en el planeta
mi vida sigue siendo la misma.
El mismo drama, los mismos personajes
Y la historia se repite una y otra vez.

No puedo resumir mi vida sobre estas líneas
mi alma no se desborda en simples letras
y aunque de nuevo te escribo estas tristes líneas
(que espero, sean las últimas)
mis suspiros ya no te pertenecen más.

Te dejé; te has ido una vez más de mi vida
para mi sorpresa, el mundo sigue girando
respiro, vivo, y me sigo enamorando
y aunque te escondas en un recoveco de mi alma
mi corazón ya no obedece la tentación de tus fotos
y mis pensamientos te abandonaron en la alacena
junto con todas las cosas podridas
que me dejaron de gustar desde hace tiempo.

[ El viajero toma su maleta.
Titubea; sabe que no volverá más.
Desconoce lo que le espera
y entiende que su presente
es el pasado del futuro.
Ella llora su desventura:
Dice que nunca volverá a amar a nadie.
(Son sólo palabras al aire).

Pero desde el momento en que nacemos
aprendemos que tarde o temprano hay que partir.

Se aproxima el tren. Siente como sus pies se aferran al suelo.
y resuelto a no pensarlo más
sube un pie para entrar al vagón.

De pronto, se arrepiente; decide quedarse
piensa en ella; no pertenece a otro lugar que no sean sus brazos
al volver la vista atrás
ve la estación, a lo lejos. Ve su pueblo, ve a su amada, a lo lejos.
Hasta que se pierden en el firmamento a la velocidad del tren
y las luces se confunden con el cielo estrellado.
No hay vuelta atrás. ]